miércoles, 28 de agosto de 2013

0 "El Mendigo" de Naguib Mahfuz (1986)


Naguib Mafhuz, quizá el escritor egipcio más destacado del siglo XX, fue el creador de una vasta colección de novelas que brindaron una visión mucho más cercana de la realidad egipcia a través de la descripción de todo tipo de personajes y de su cotidianidad. "El Mendigo" es una novela que narra la crisis existencial de Omar al-Hamzawi, un renombrado abogado que en su juventud participó en la revolución de 1952, pero que ahora, dejando esos ideales atrás, vive de manera acomodada junto con su familia en El Cairo. Omar pasó de ser un joven revolucionario a un miembro de la burguesía egipcia que goza de todos los privilegios de ese grupo. 

De manera inexplicable, Omar empieza a experimentar un fuerte desinterés por todo lo que lo rodea. La convivencia con su familia no lo satisface, el trabajo y los negocios le aburren, la compañía de sus amigos no le atrae, todo para él carece de sentido. Su vida entera, llena de éxitos y satisfacciones a los ojos de los demás, representa una pesada carga con la que no puede más. Tras una visita al médico, se da cuenta de que su problema no es físico sino emocional y se propone encontrar una solución a su apatía. Con este propósito, Omar entabla una serie de relaciones efímeras con prostitutas, las cuales durante un tiempo parecen ser un remedio eficaz, pero pronto se dará cuenta de que el vacío en su vida sigue intacto. Así, Omar continúa en una travesía incierta hacia un desenlace inesperado en esa búsqueda del sentido de la vida.

La novela está llena de mensajes acerca de cómo las aspriraciones y expectativas van cambiando a lo largo de la vida. Lo que de jóvenes era indispensable para vivir, de adultos se convierte en hastío y aburrimiento. Las convicciones y el espíritu revolucionario del protagonista, poco a poco se desvancen hasta volverse parte del sistema contra el que en su juventud luchó. Esta obra refleja muy bien la crisis personal que vivimos todos en algún momento, lo que es un valor agregado es la posibilidad que nos da el autor de conocer una ciudad como El Cairo a través de los ojos de este personaje, lejos de las ideas preconcebidas que tenemos acerca de este sitio y llevándonos a lugares  desconocidos que expresan la situación que se vivió en el país después de la revolución de 1952, la brecha entre quienes accedieron a la élite del poder y quienes quedaron marginados. La crisis de Omar se convierte entonces en la crisis del propio país, la lucha contra injusticia y la opresión que dio origen a la revolución, al paso del tiempo pareció no haber dado muchos frutos.

Si bien "El Mendigo" no es una de las obras más destacadas de Mafhuz es una aproximación al trabajo de este autor y a la fascinación por su cultura desde una perspectiva más cercana a la gente común y corriente. Su trabajo cumbre, "La Trilogía de El Cairo" lo llevó a recibir el Premio Nobel de Literatura en 1988 y se caracterizó por ser un autor sumamente prolífico y activo hasta casi el final de sus días. Como dato adicional, Mafhuz es el autor de "El callejón de los milagros", la novela sobre la cual se basó la aclamada película mexicana dirigida por Jorge Fons, la cual a pesar de estar ambientada en Egipto pudo adaptarse con relativa facilidad al contexto mexicano.



miércoles, 21 de agosto de 2013

0 Vivir para contarla, de Gabriel García Márquez (2002)



Muy pocos escritores han logrado un lugar tan privilegiado en el cariño y la simpatía tanto de la crítica especializada como de la cultura popular, como Gabriel García Márquez, “Gabo”, el rockstar de las letras colombianas. Su carisma, la naturalidad y el gusto con el que se desenvuelve en la polémica y su seductora personalidad, lo han convertido en uno de los escritores más cercanos a sus lectores, y uno de los más fácilmente reconocibles, no solo en Latinoamérica, donde sus seguidores se cuentan por millares, sino alrededor del mundo. Por todo esto, era inevitable que tarde o temprano decidiera contar por su propia mano la historia de su vida. Promocionado como uno de los libros más esperados de la primera década del siglo XXI, Vivir para contarla, publicado en 2002, fue un impresionante éxito de ventas, especialmente tras los fuertes rumores que señalaban que el escritor ya no publicaría la segunda y la tercera parte de su autobiografía, contrario a lo que se había anunciado en un principio.

En esta obra, Gabriel García Márquez evoca y reconstruye sus propios pasos, desde los primeros recuerdos infantiles, en una típica franja rural colombiana, enclavada muy cerca del mar Caribe, hasta su partida con destino a Suiza, a los 28 años de edad, como corresponsal del periódico bogotano “El Espectador”. Echando mano de su habitual técnica circular, de constantes saltos en el tiempo, de su estilo desenfadado y su desvergonzado sentido del humor, García Márquez nos cuenta su propia versión de una historia que ciertamente ya ha sido explorada con anterioridad por periodistas, biógrafos profesionales, amigos cercanos e incluso por sus propios familiares: la historia del primer hijo de un típico matrimonio colombiano de clase baja de los años veinte, niño precoz, con una curiosidad insaciable y una imaginación alimentada por las historias y las leyendas fundacionales de Colombia, que se convertiría en un joven bohemio, de memoria prodigiosa y una inventiva extraordinaria. Ésta es pues, la historia de su propia vida… al menos la versión que él dice recordar, que no es necesariamente igual a como sucedieron las cosas -según nos advierte él mismo desde las primeras líneas de estas memorias-, pero que a fin de cuentas es la única versión que importa, porque, en sus propias palabras: “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda...”.

Dada la extensa lista de investigaciones y recuentos que se han hecho sobre el escritor y su obra, muchas de las historias y anécdotas de su vida son ya bien conocidas, quizá especialmente las que se refieren a su infancia. En buena medida, ha sido el mismo García Márquez el que no ha perdido oportunidad para contar las historias de esa época una y otra vez. Por esta razón, quizá lo más interesante de Vivir para contarla sea la evocación de los años de su adolescencia precoz y de los primeros años de la juventud, recuento que por supuesto es acompañado por una interesante reconstrucción de los años de convulsión económica, política y social que vivía Colombia en la década de 1940 y principios de los 50.

Son bien conocidas las imágenes más recientes de García Márquez, las que vinieron después del Nobel: un intelectual que lo mismo se retrata con jefes de Estado que con la farándula, dueño de una hermosa mansión al sur de la ciudad de México, que baila con desenvolvimiento en diferentes eventos sociales. Quizá por eso llame la atención que en sus memorias el escritor se retrate a sí mismo como un joven tímido, de cabello alborotado, eterno solterón que intercambia coplas por la comida del día, recita de memoria lo mejor de la poesía del Siglo de Oro y nunca se cambia de ropa porque no tiene más que una camisa y un pantalón que lava todos los días en la regadera.

García Márquez hizo de todo en sus años mozos, menos desperdiciarlos. Sus días en esta época se reparten entre la aventura y el descubrimiento de la vida llana, colorida y palpitante de los escenarios colombianos más importantes, como Barranquilla, Sucre, Bogotá, y Cartagena. Si los artistas muchas veces son clasificados como introvertidos o aventureros, García Márquez dice pertenecer a los retraídos, pero las historias que nos cuenta, llenas de burdeles, cantinas, hoteles de mala muerte, borracheras con artistas y noches de pernoctar en la banca de un parque o en el frio piso de la celda de un cuartel, nos hacen pensar que Gabo, al igual que Hemingway o Lord Byron, pertenece más bien a la estirpe de artistas nutridos por el torrente de las experiencias vitales, que a los que se replegaron en sí mismos.

Si bien es falso que la obra de todo artista se explica en sus biografías, en el caso de García Márquez es bien sabido que prácticamente toda su obra tiene una conexión directa con sucesos reales de los que fue testigo cuando no partícipe. En este sentido, Vivir para contarla, es una guía necesaria para todos los seguidores del escritor colombiano que busquen recabar las pistas del realismo mágico que Gabo edificó con Macondo como corazón de un universo que se extiende a toda su obra; aunque por supuesto, conocer los detalles que generalmente se ocultan tras bambalinas, puede restarle cierto encanto a lo que uno toma comúnmente como ficción o fantasía, por lo que la lectura de Vivir para contarla no es recomendable para quien quiera aproximarse por primera vez a la obra de premio Nobel colombiano, sino justamente para quien ya conoce de lleno esa obra y quiere cerrar la lectura de este autor con un broche dorado. Sin duda, un libro imprescindible para los muchos seguidores de Gabo, que seguramente reconocerán en las historias de Vivir para contarla los escenarios y los personajes que dieron origen a obras como La hojarasca, La mala hora, El coronel no tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera y por supuesto, su obra más aclamada, Cien años de soledad.


miércoles, 14 de agosto de 2013

0 "La campana de cristal" de Sylvia Plath (1963)


Cuando se habla de enfermedades mentales es común que vengan a nuestra mente imágenes aterradoras de personas en camisa de fuerza, con arranques de ira incontrolables o totalmente ausentes de la realidad; sin embargo, el desequilibrio mental de una persona puede tener muchas caras. “La campana de cristal” es una novela que aborda precisamente la vida de una mujer que, desde muy temprana edad, empezó a padecer los estragos de la depresión y el desajuste emocional, lo que la llevó a cometer varios intentos de suicidio y a ser recluida en una institución para enfermos mentales.
Esta novela de Sylvia Plath –la única, por cierto- cuenta la historia de Esther Greenwod, una joven universitaria de Boston que se muda a Nueva York para trabajar en la redacción de una revista. En esta nueva ciudad, Esther trata de adaptarse a su nueva realidad pero su inestabilidad emocional pronto la obliga a regresar a su ciudad de origen. La autora se centra en detallar cómo el ánimo de Esther va decayendo y cómo va paulatinamente perdiendo el interés por vivir. Sus intentos de suicidio terminan con su reclusión en una institución en la que incluso recibe terapia de electrochoques. Aun con un tema tan desolador como la depresión, Sylvia Plath logra hacer una narración amena, incluso humorística, en algunos momentos.
La vida de Esther permite al lector entender un poco mejor lo que pasa por la mente de una persona que está clínicamente deprimida. La insatisfacción permanente, el insomnio y la ansiedad repentina con la que debe vivir continuamente. Mas aún, “La campana de cristal” también centra la atención en el tipo de tratamientos que utilizaban para atender a las personas con algún desorden mental en los años cincuenta, época en la se ubica la novela.
En lo personal, la novela me parece recomendable porque aborda el tema de la depresión desde una perspectiva muy neutral, no ubica a la protagonista como víctima de la enfermedad ni culpa a quienes la rodean, mas bien describe la experiencia de Esther como podría haberlo hecho cualquier otra persona con cualquier otra enfermedad.
Uno de los aspectos más interesantes es que la novela se asemeja tanto a la vida de Sylvia Plath que muchos la consideran autobiográfica. De hecho, Sylvia Plath sufrió depresión gran parte de su vida y terminó suicidándose poco después de la publicación de su novela en el Reino Unido. Quizá las propias vivencias de la autora sean lo que le dan gran parte del valor a la obra, más que sólo narrar los infortunios de la vida de una mujer, Plath logra realmente transmitir la frustración y el desasosiego que genera una enfermedad en donde nada parece ser un motivo lo suficientemente poderoso para vivir.


miércoles, 7 de agosto de 2013

0 El perro de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle (1902)


La repentina y misteriosa muerte de sir Charles Baskerville, adinerado benefactor de su comunidad, ha suscitado el temor y la intranquilidad de los habitantes de Devonshire, quienes aseguran que la muerte del filántropo está relacionada con una antigua maldición que pesa sobre la familia Baskerville desde hace cientos de años. El doctor Mortimer, amigo del fallecido, es quien recaba las primeras pistas para aclarar esta tragedia, pero pronto se da cuenta de que no se enfrenta a un asesino común: el responsable de la muerte de Baskerville parece ser una criatura traída del inframundo, “un animal enorme y negro con forma de perro, aunque mayor que ningún otro jamás visto”. Aunque Mortimer quisiera no creer en este ser infernal, su macabro aullido se puede escuchar por el páramo tanto de día como de noche. El monstruo debe ser detenido antes de que cobre la vida de su siguiente víctima: Henry, el último miembro de la familia, quien ha llegado a la tierra de sus antepasados para tomar posesión de la casa que durante siglos han habitado los Baskerville. Así, el doctor Mortimer decide acudir con la única persona capaz de resolver este misterio: el legendario e inigualable Sherlock Holmes.

Nos encontramos ante una de las más extraordinarias novelas de detectives que se hayan escrito, y para muchos, la más grande aventura del famoso detective de la calle Baker, Sherlock Holmes y su socio y amigo, el doctor John Watson. Por cierto, quienes injustamente suelen subestimar al doctor Watson y catalogarlo como mera comparsa de Holmes, en esta aventura descubrirán que el noble y refinado doctor Watson es mucho más intrépido, atlético y perspicaz que como lo suele mostrar la cultura popular. Por supuesto, es difícil estar a la misma altura que Sherlock Holmes, un personaje que no necesita mayor presentación.

Sin duda alguna, Holmes no sólo es el detective de ficción más famoso de todos los tiempos, sino uno de los personajes más sorprendentes e interesantes de la literatura moderna. Su astucia, su incisivo y muchas veces torcido sentido del humor, su inigualable capacidad deductiva, su maestría con la lógica y su enorme cúmulo de conocimiento sobre ciencias y artes han sido el sello inconfundible del célebre detective por más de un siglo. Y no sólo eso: durante mucho tiempo, las habilidades y el método holmsiano establecieron el canon de todo buen detective, tanto en la Literatura como en la cultura popular, e incluso hasta la fecha el personaje creado por Arthur Conan Doyle sigue ejerciendo una enorme influencia: el personaje televisivo Doctor House, el superhéroe de historietas Batman y el investigador medieval Guglielmo da Baskerville son solo algunos de los ecos de Sherlock Holmes en la ficción contemporánea.

El enorme éxito que en tan solo unos años alcanzaron las historias de Sherlock Holmes fue abrumador y extenuante para su creador, Arthur Conan Doyle, quien agobiado por la sombra de Holmes, intentó poner fin al personaje en 1893, en el relato El problema final. Sin embargo las encendidas reacciones de los seguidores del detective lo obligaron a escribir una nueva historia en 1901, tras ocho años de no haber escrito nada sobre él. Sin saberlo, Conan Doyle escribiría así la aventura que inmortalizaría al personaje que tanta ofuscación le había provocado y que consolidaría definitivamente el genero policíaco: El perro de los Baskerville.

Esta emocionante historia de asesinatos, maldiciones y seres espectrales, nos llevará a los tenebrosos y yermos páramos de Dartmoor, en el centro de Inglaterra, donde guiados por el intrigante relato del doctor Watson, descubriremos que nada es realmente lo que parece. Echando mano de una prosa ágil y cautivadora, Conan Doyle logró una magnifica obra que nos revela la constante tensión entre la superstición y la ciencia, entre lo paranormal y lo terrenal. Sin duda, es un caso que sólo el detective más grande de todos los tiempos podría resolver. Elemental. 

 

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