miércoles, 25 de diciembre de 2013

0 Frankenstein o El moderno Prometeo, Mary Shelley (1818)

No son pocas las obras clásicas de la Literatura –y sucede también en otras Artes- que corren una suerte paradójica: son tan populares que sus personajes y sus historias se encuentran instalados definitivamente en el imaginario colectivo, pero al mismo tiempo sus detalles y puntos medulares son ignorados por la mayoría. Esta es la suerte contradictoria de Frankenstein o El moderno Prometeo, extraordinaria novela gótica, pieza clave del género de terror y precursora de la ciencia ficción, cuyo personaje principal ocupa, sin duda alguna, uno de los puestos principales de la mitología contemporánea. La trama es bien conocida, al menos a grandes rasgos, aunque hay que decir que quizá no gracias particularmente a la novela, sino a las diferentes versiones libres que se han desarrollado en múltiples medios, las cuales han propagado y establecido ideas sobre la historia y particularmente sobre sus protagonistas, que no siempre coinciden con la publicación original, escrita en 1818 por la escritora londinense Mary Shelley. La fábula de Frankestein ocupa pues un lugar destacado en el imaginario colectivo y en la mitología de terror, sin embargo, la asombrosa novela en la que su historia fue contada por primera vez, sigue siendo una gran desconocida para los lectores del siglo XXI.

Este es un perturbador relato sobre la posible perversión del progreso científico y tecnológico, la relación entre la ciencia y la moral, la búsqueda de poderes divinos, especialmente el de otorgarle vida a lo inerte, y la responsabilidad que ello implicaría. Es también un ensayo sobre la orfandad, la venganza, la naturaleza dual del ser humano y la desesperada búsqueda de un creador que nos reconozca, nos acompañe y nos rescate de la soledad.

Es la historia de Víctor Frankenstein, un joven y talentoso científico, primogénito de una buena casa, querido y respetado por su familia y amigos. Ávido de incrementar su dominio de las ciencias, Víctor emigra de Suiza, su país natal, a Inglaterra, para continuar sus estudios universitarios en ciencias naturales. Ensimismado y obsesionado con los increíbles avances y descubrimientos científicos que ha realizado, poco a poco, Víctor comienza a aislarse y a perder cada vez más el contacto con la sociedad. Su último descubrimiento, la capacidad de transferirle a la materia inerte la chispa de la vida, lo lleva a emprender un proyecto que trasciende por mucho los límites de la ciencia hasta ese momento conocida: construir una criatura en un laboratorio clandestino y otorgarle el don de la vida. Víctor Frankenstein es el único científico capaz de realizar semejante hazaña, sin embargo, su dominio de la ciencia no lo ha preparado para entender las implicaciones de su arrojado experimento y enfrentar sus terribles consecuencias. Esa será una nueva lección que tendrá que aprender con sufrimiento, dolor y desesperación, lección que le será impartida precisamente por la criatura a la que le ha dado vida.

Como las grandes obras, Frankenstein o El moderno Prometeo no ha estado exenta de la polémica, la discusión y la reinterpretación. La novela es constantemente estudiada y analizada por lectores y académicos de todo el mundo, e incluso se le dedican cátedras y cursos enteros en algunas universidades. Pero sin duda, una de sus claves más importantes, sino es que la principal, se encuentra en el mismo título de la novela. En éste, Mary Shelley nos advierte que estamos ante un recuento del antiguo mito de Prometeo, el titán que en la mitología griega crea a los hombres y les regala el fuego, por lo que después es castigado por los dioses. A diferencia de Prometeo, Víctor Frankenstein es castigado por su propia creación.

Cine, teatro, televisión, historietas e incluso operas-rock, son solo algunos de los medios en los que el relato ha sido recreado constantemente, destacando la famosa película en blanco y negro de 1931, del director James Whale, que estableció definitivamente la imagen física de la criatura que protagoniza la novela: alto, espalda ancha, piel pálida, labios gruesos y rasgos toscos, de lento andar y con una sobria vestimenta negra; ciertamente la imagen que a todo el mundo le viene a la mente al escuchar este nombre.

En su novela Frankenstein o El moderno Prometeo, Mary Shelley planteó importantes preguntas que después de poco más de siglo y medio continúan siendo totalmente relevantes: ¿Cuál era la responsabilidad del creador ante su creación?, ¿quién es el verdadero monstruo de la historia?, ¿qué significa ser humano?, ¿era la criatura construida por Víctor Frankenstein un ser humano? Estas cuestiones son absolutamente vigentes y es preciso que la humanidad siga reflexionando al respecto, dados los sorprendentes descubrimientos científicos y los increíbles avances tecnológicos alcanzados en los últimos años, como la clonación, la ingeniería genética y el desarrollo de biotecnología.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

0 "Demasiada Felicidad" de Alice Munro (2010)

 
Uno de los efectos que tiene el Premio Nobel de Literatura es que coloca a los galardonados bajo los reflectores. No importa si se trata de un escritor ampliamente conocido, como fue el caso de García Márquez en 1982 y de Harold Pinter en 2005, o de autores poco difundidos como Mo Yan en 2012. Invariablemente,la obra de los galardonados recibe una gran atención de manera casi automática.

El caso de la escritora canadiense Alice Munro no ha sido la excepción. Varios de sus textos han sido reeditados recientemente tras haber sido galardonada este año. La obra que nos ocupa es "Demasiada Felicidad", una compilación de diez cuentos en donde Munro presenta personajes tan disímiles como una matemática rusa que vivió a mediados del siglo XIX y un carpintero ficticio fascinado por los bosques canadienses cuya obsesión por la madera lo lleva a verse involucrado en un serio accidente.

Una de las características del relato corto es que el lector puede inferir desde temprano cuál será el curso que tomará la historia. Sin embargo, Munro logra mantener durante buena parte de sus cuentos el suspenso y va guiando el relato hacia desenlaces poco convencionales. Uno de los elementos que más llamó mi atención, es que durante buena parte de cada uno de los cuentos, pareciera que se trata de relatos mundanos sin mucha sustancia, pero a medida que se avanza en la lectura, los personajes se ven envueltos en situaciones limítrofe que los llevan a actuar de forma inesperada y que desencadenan una serie de acontecimientos que rompen completamente con la predictibilidad del relato.

La mayoría de los relatos están centrados en personajes femeninos. Mujeres de todo tipo, desde aquéllas que enfrentan situaciones adversas como la muerte de los hijos y la ruptura matrimonial hasta profesionistas que pugnan por sobresalir en sectores dominados por hombres. A pesar de que la perspectiva femenina destaca en este trabajo de Munro, los personajes no están encasillados en estereotipos ni existe una exacerbación de las virtudes de las mujeres, por el contrario, se les describe como seres imperfectos, con temores e inseguridades, pero también capaces de dominar sus propias emociones.

Como sucede con todas las antologías, existen relatos más interesantes que otros, según el gusto y la preferencia de cada lector; sin embargo, es indiscutible que la autora conoce y maneja muy bien este tipo de relato. Aunque la narrativa es compleja (hay constantes saltos en el tiempo y el espacio) Munro estructura muy bien el argumento de cada cuento. Asimismo, el manejo del lenguaje es impecable, pues Munro lo adapta de acuerdo con el perfil de cada personaje, utilizando los modismos que mejor transmiten sus características.

La apreciación de la obra de Munro es muy subjetiva, pero hay que reconocer, desde mi perspectiva, dos puntos destacables. Primero, el hecho de que conoce y domina el género del relato corto. Segundo, que se aprecia que Munro es una escritora que hace un trabajo importante de documentación e investigación previo a la escritura. Aun cuando se trate de relatos de ficción, las referencias históricas, geográficas y culturales que se encuentran en sus relatos evidencian que se toma bastante en serio su trabajo.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

0 Mil grullas, de Yasunari Kawabata (1951)


En Kamakura, una pequeña ciudad rodeada de montañas, el joven Kikuji lleva una vida simple y solitaria, marcada por la muerte de sus padres y los recuerdos de su infancia, especialmente los relacionados con la promiscuidad de su padre. Kikuji recibe una invitación para asistir a una ceremonia del té que será oficiada por Kurimoto Chikako, maestra experta en el centenario ritual de preparar y compartir el té, y alguna vez amante del padre de Kikuji, el fallecido señor Mitani. Chikako le ha revelado a Kikuji que la ceremonia es una excusa para poder presentarle a una señorita que se encuentra en edad casadera y en busca de esposo. Movido por la curiosidad, Kikuji acude a la cita para descubrir que la soltera en cuestión es Yukiko Inamura: hija de buena familia, joven, bella y refinada, tal como lo revela su pañuelo con el diseño de sembazuru, las mil grullas que en el imaginario japonés simbolizan la longevidad, la salud y los deseos cumplidos. Pero la hermosa Yukiko no es la única que se introduce en la insociable vida de este joven. La ceremonia del té también significará el rencuentro de Kikuji con dos antiguas queridas de su padre: Chikako, la manipuladora y ponzoñosa maestra del té, que hace las veces de casamentera, y la señora Ota, quien vive sumida en la culpa y el remordimiento que le provocan los recuerdos de su aventura con el señor Mitani. El cuadro lo completa Fumiko, la tímida e inasible hija de la señora Ota, la más incomprensible y medrosa de las mujeres que repentinamente han llegado a la vida de Kikuji, y también la única capaz de provocarle nuevos ánimos y deseos al solitario huérfano.

Una de las características de Mil grullas que han seducido a los lectores por más de medio siglo, es que a la manera de los sistemas estelares, esta historia se despliega en una serie de movimientos y relaciones definidas por las fuerzas de la atracción y la repulsión. En principio, la novela misma gira continuamente alrededor de la ceremonia del té, símbolo de hospitalidad, armonía y refinamiento, y una de las manifestaciones tradicionales de la historia y la cultura japonesa que más intrigan a occidente.  Este ritual es el centro alrededor del cual se encuentran irremediablemente atados Kikuji, el cuarteto femenino que lo acompaña, pero también los objetos que utilizan y los lugares en los que se relacionan. Y al igual que con los astros, que recorren el espacio bajo el riesgo de encontrar otro cuerpo celeste en su camino, las órbitas de los protagonistas de Mil grullas pasan tan cerca una de la otra, que parece inevitable que se crucen y provoquen un choque en medio del silencio.

Por su parte, como si fueran pequeños satélites, los personajes parecen sujetos a los utensilios requeridos para llevar a cabo el rito de servir el té. Así, Kikuji gira alrededor de un tazón Oribe negro, Fumiko, de una jarra Shino que ha perdido su identidad, pues ya no se usa para preparar el té sino como florero, el fallecido señor Mitani parecerá estar presente en la forma de un Karatsu de tonos verdes, y la señora Ota a través de un Shino cilíndrico en el que ha quedado marcada la huella de sus labios. Mil grullas es, en parte, una oda a los instrumentos que nos acompañan en nuestros rituales tanto cotidianos como sagrados. En esta historia, objetos y personas se transmutan, se confunden y dejan rastros unos en los otros. Los utensilios guardan las huellas de aquellos a los que pertenecieron, y en los personajes quedan grabados, no los nombres o los rostros de los demás, sino la relación que guardan con sus objetos. Así, para Kikuji, la señorita Inamura es un pañuelo con mil grullas estampadas, y para Chikako, el fallecido señor Mitani es una preciosa y valiosa colección de recipientes y avíos para la ceremonia del té.

Publicada originalmente en 1951, época de posguerra en la que la sociedad japonesa comenzaba a normalizar su vida a pesar de que el recuerdo de la guerra era reciente aún, Mil grullas es una febril y luminosa historia sobre el deseo, la soledad, la culpa, la redención, los significados ocultos de los rituales, el peso de las acciones y decisiones del pasado, y sobre el vínculo irrompible que une a vivos y muertos. A través de un estilo sobrio y flemático, más que narrar, el célebre escritor Yasunari Kawabata parece sugerir, insinuar delicadamente las penas, dudas y recuerdos de Kikuji y las misteriosas mujeres que lo rodean. En Mil grullas, los gestos, los movimientos, las sensaciones, los destellos de la luz en la porcelana, la dirección de las miradas, la humedad de una casa de jardín que necesita ser ventilada, y los colores de unas flores son los verdaderos narradores de la historia.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

0 "Carrie" de Stephen King (1974)


La historia de “Carrie” está fuertemente arraigada en la cultura popular. Sin haber leído la novela o haber visto las adaptaciones cinematográficas, existe una noción colectiva de la trama de esta novela de Stephen King. Carrie White, una adolescente retraída, sufre los constantes abusos y humillaciones de sus compañeros de escuela. Durante años, Carrie ha sido el objetivo predilecto de burlas y pesadas bromas que la han traumatizado durante gran parte de su vida. En casa, Carrie tampoco encuentra un espacio de tranquilidad: su madre, una fanática religiosa, la atormenta constantemente con la idea del pecado, impidiéndole llevar una vida normal.

Tras haber sido nuevamente humillada por sus compañeras, Carrie recibe la invitación de uno de los chicos más populares de la escuela para asistir al baile de graduación. A pesar de que duda de la sinceridad de la invitación y de la oposición de su madre, Carrie anhela asistir a ese evento, sin sospechar que un grupo de jóvenes ha diseñado un plan para humillarla frente a toda la generación. Ante esta última agresión, Carrie responde con una venganza que afectará no sólo a sus compañeros, sino a toda la ciudad.

El argumento central pareciera sumamente cotidiano y actual, una adolescente que sufre por el rechazo de sus compañeros y que está indefensa ante los constantes ataques; sin embargo, la protagonista de la novela de King no es una adolescente común y corriente. Desde su infancia, Carrie descubrió que tenía poderes telequinéticos que cada día, tras practicarlos, se habían ido fortaleciendo. Desde mantener un libro flotando en la habitación, hasta someter a su madre durante una discusión, Carrie poco a poco adquiere conciencia del potencial de su poder, aun cuando no pueda controlarlo totalmente.

La novela incorpora en la narración una serie de fragmentos de otros textos relacionados con el incidente provocado por Carrie White, notas periodísticas acerca del suceso, testimonios de algunos testigos, cartas, reportes judiciales, entre otros. A través de esta compilación, King construye la historia de esta adolescente, de su familia y de la tragedia que azotó la ciudad.

“Carrie” es una novela sin muchos atributos, el argumento es ya muy conocido, una persona que ha sido sistemáticamente violentada y que en un momento explota y responde a la agresión. Por otro lado, la narrativa es muy elemental, los personajes caen en todos los estereotipos que podrían asociarse con los adolescentes, la descripción de los poderes telequinéticos de la protagonista hacen que estos episodios parezcan absurdos e inverosímiles. En consecuencia, es un relato que no genera ni suspenso ni terror. En lo personal no sé si una historia como esta provocara esas reacciones a principios de los años 70, en el 2013 definitivamente no.


 

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