Una historia con un protagonista atípico es un buen elemento para llamar la atención de los lectores, especialmente si el protagonista sufre de una condición poco conocida como el autismo. “El curioso incidente del perro a medianoche” es un best-seller de Mark Haddon del 2003 cuyo personaje principal es Christopher, un adolescente británico con síndrome de Asperger, el cual es considerado un tipo de autismo funcional.
Christopher
es muy distinto al resto de los jóvenes de su edad, no le gusta ningún tipo de
contacto físico, le molestan los cambios en su rutina, es incapaz de mentir y
de entender el sarcasmo y la ironía. En consecuencia, pasa la mayor parte del
tiempo solo, resolviendo problemas matemáticos, mirando videos de ciencia y
jugando con su única compañía, Toby, su rata doméstica. Su rutina es simple, acude a una escuela de
educación especial y regresa a casa con su padre, con quien de vez en cuando
sale a pasear. Todo parece transcurrir sin mayor sobresalto, hasta que un día
Christopher descubre que alguien ha asesinado al perro de su vecina, la señora
Shears. Dado que los perros son seres predecibles que le inspiran confianza,
Christopher decide investigar quién pudo ser el responsable de matar al perro
de la señora Shears. Esta búsqueda lo llevará a descubrir otros secretos,
acerca de su propia vida y de lo que creía perdido.
“El
curioso incidente del perro a medianoche” es una novela en donde un incidente
aparentemente sin importancia, desencadena una serie de acontecimientos que
cambian la vida de Christopher y que lo obligan a enfrentarse a situaciones
totalmente desconocidas y agobiantes para él. El lector no tardará mucho en
sacar sus propias conclusiones acerca de la trama, dado que es bastante
predecible. La originalidad de la obra radica en centrarla en un joven con Asperger,
lo que en mi opinión es, al mismo tiempo, su principal acierto y su principal error.
Por
una parte, el comportamiento de Christopher es sumamente distinto al de
cualquier otro joven de su edad del que tengamos referencia, su incapacidad
para establecer vínculos sociales lo coloca en una posición de gran
vulnerabilidad. A pesar de tener 15 años, su desconexión del mundo provoca que
fuera de su entorno, Christopher manifieste su incapacidad para conducirse en
tareas tan comunes como tomar un tren o atravesar una calle, en contraste con
la recurrente figura del adolescente impetuoso e intrépido que existe en
otras novelas como El Guardián entre el
centeno, por ejemplo. Sin embargo, en el caso de esta
novela, Christopher es caracterizado superficialmente como un joven autista, Haddon
banaliza este síndrome al reducirlo a un comportamiento repetitivo –que
transmite a través de la descripción continua de sus rutinas o a la incorporación de referencias matemáticas- que no logra crear
un personaje lo suficientemente complejo para poder sostener el argumento
central. El autor no logra describir un personaje con Asperger que
realmente muestre la complejidad de este síndrome, pero tampoco logra crear una
historia lo suficientemente interesante como para subsanar esa deficiencia.
Indudablemente,
sólo quienes padezcan Asperger, sus familias y los especialistas pueden saber con certeza cuáles
son las características de este síndrome, más aún cuando éste puede
manifestarse de distintas maneras en cada individuo. En mi opinión, esta novela
no ofrece más que una visión muy elemental de cómo perciben el mundo las
personas con Asperger, parece únicamente un pretexto para contar una historia bastante
convencional. El uso del lenguaje repetitivo y las alusiones matemáticas a lo
largo del texto, cuyo fin es que el autor entienda cómo piensa una persona con
Asperger, puede resultar monótono y realmente no transmite los desafíos que enfrentan cotidianamente. Es el tipo de novela que después de leerla deja la sensación de que para escribir un best seller no hace falta una gran historia ni tener una gran pluma, quizá sólo sea cuestión de azar.
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