“Corría el año de
1861. Flaubert estaba escribiendo Salambó, la iluminación eléctrica era todavía
una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en
una guerra de la cual no vería el fin. Hervé Joncour tenía 32 años. Compraba y
vendía. Gusanos de seda.”
Historias
de amor deben existir cientos en la literatura. El tema se ha abordado desde
innumerables perspectivas y se han descrito todo tipo de conflictos en torno a
éste. “Seda”, a primera vista, podría clasificarse como una historia de amor,
una novela en la que un hombre conoce a una mujer, la idealiza y se enamora
perdidamente de ella; sin embargo, sería injusto etiquetar esta obra de Baricco
como otra historia de amor porque es mucho más que eso.
La
novela, ubicada en el siglo XIX, cuenta la historia de Hervé Joncour, un hombre
dedicado a comprar y vender gusanos de seda, en Lavilledieu, un
pueblo francés donde la producción de seda es la actividad principal. Todo
transcurre en una aparente calma hasta que un día una plaga afecta a los
gusanos de seda de la región y Hervé Joncour se ve forzado a viajar a Japón,
una tierra totalmente desconocida para él. En este viaje, Hervé conoce a una
misteriosa mujer, “cuyo rostro no tenía rasgos orientales” que despierta un
cúmulo de sentimientos en él. A pesar de amar a su esposa, Hervé siente deseo y
atracción por esta mujer, le es imposible sacarla de su mente y esto transforma
por completo su existencia.
La
belleza de esta novela no está propiamente en lo que se cuenta, sino en cómo se
cuenta: Baricco hace un estupendo trabajo en la narrativa, con capítulos breves
que le dan mucho dinamismo a la historia. En consecuencia, la lectura es muy
cadenciosa, muy ligera e inclusive, transmite esta sensación de que el autor la
estuviera susurrando al oído. Ciertamente es una historia de amor, pero también
es una historia de añoranza, de melancolía y de cómo siempre se busca lo que ya
se tiene.
Alessandro
Baricco, como buen dramaturgo, logra describir con mucha naturalidad los
vínculos entre los personajes, sin decir mucho, transmite mensajes muy
profundos, la ansiedad de Hervé Joncour por saber más acerca de la mujer
misteriosa, la tristeza de su esposa al darse cuenta de que algo muy profundo
ha cambiado en él, la rutina y la tranquilidad con la que transcurren sus
vidas.
La
belleza de la novela está en el lenguaje, en el ritmo y en la habilidad de
Baricco para envolver al lector en esta atmósfera de melancolía, no es una
historia de amor convencional, no es una historia de amor imposible, es una
historia de amor incondicional, de amor que está ahí aunque se sienta como la
nada, como la seda.
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