En esta inquietante carta, escrita en 1919 pero
publicada póstumamente como la mayor parte de la obra de este escritor checo, Franz
Kafka enfrenta a su padre, Hermann Kafka, y le reprocha sin ambages el abuso
psicológico y el trato tosco y rígido que recibió de su parte prácticamente desde
su niñez hasta bien entrada su juventud. En esta misiva, escrita a sus 36 años,
Kafka logra finalmente articular una serie de críticas, reproches y
explicaciones que no había conseguido expresar antes debido a la inseguridad,
timidez y nerviosismo que dominaban su forma de ser. Echando mano de una honestidad
casi brutal, el escritor hace un recuento de la tensa y problemática relación
con su padre, un hombre insensible, despótico e imposible de satisfacer, cuyo
trato abusivo y excesivamente estricto, más cercano al acoso que a la enseñanza,
inevitablemente moldeó la personalidad de su hijo Franz, agudizando su ya de por
sí introvertida personalidad y profundizando sus temores e inseguridades.
Obra clásica de la literatura catártica y de la
introspectiva, Carta al padre es un
documento al que conviene acercarse con cautela, pues si bien Kafka se esfuerza
por escribirle a su padre desde la madurez, la resignación y la serenidad, no
por ello su relato es menos impresionante y melancólico. El punto de partida
del autor es aceptar que el primer sentimiento que le provoca su progenitor es
miedo. A partir de este reconocimiento, Kafka intentará explicarle a su padre
los motivos del temor que siente hacia él, lo que le llevará a repasar algunos
de los episodios más significativos y tormentosos de su infancia y su
adolescencia, la agresividad, las risas malévolas, los sarcasmos, la violencia
psicológica, los insultos, las amenazas; en fin, una larga serie de agravios e improperios
que el escritor recibió de quien se suponía que debía ser su protector y su
maestro.
Franz Kafka describe a su padre como un hombre
fuerte, rudo, iracundo, de carácter vital, formado a sí mismo, al que le
hubiera gustado verse reflejado en alguno de sus descendientes, especialmente
en Franz, el único hijo varón que logró sobrevivir. Para decepción y
frustración del padre, Franz no resultó ser el enérgico y varonil niño que
esperaba, sino una criatura introvertida, insegura, callada e insociable. Para
todos era notable como incluso las complexiones contrastaban enormemente entre
el padre y el hijo. Alto y fornido el primero, delgado y frágil el segundo. La
vergüenza por su propio cuerpo sería sólo el primero de los muchos traumas que Franz
desarrollaría durante su infancia. Las constantes críticas, la evidente
frialdad y la antipatía que su padre guardaba hacia él por no ser el hijo
esperado, encumbraron fuertes sentimientos de culpa y animadversión que
finalmente desembocaron en el rompimiento de uno de los vínculos más sagrados y
robustos de la cultura universal: el vínculo padre-hijo, que en el caso de
Hermann y Franz, tristemente quedó dañado de manera irreparable.
De toda la obra de Kafka, esta tristemente
célebre carta es quizá el documento más estudiado y analizado. Y no es para
menos, Carta al padre es una de las
más profundas y complejas obras que se hayan escrito sobre un conflicto
personal. Para algunos, la importancia de esta carta radica en que revela la
génesis y las claves del carácter blando, frágil y tímido de su autor. Por otra
parte, Carta al padre ha provocado
numerosos debates entre críticos y estudiosos, ya que algunos ponen en duda la
veracidad de los detalles biográficos que Kafka dejó plasmados en este
documento y afirman que la carta debe entenderse más como fábula que como
autobiografía. El mismo Max Brod, amigo íntimo del escritor e impulsor de la
obra literaria de éste, parecía estar de acuerdo con esa idea e incluso llegó a
afirmar que Hermann Kafka no era en realidad el tirano retratado por Franz en
esta carta.
Más allá de la discusión sobre la veracidad de
los detalles biográficos de Carta al
padre, este documento es un impresionante y aleccionador ensayo sobre la
relación entre padres e hijos, las relaciones familiares basadas en el
autoritarismo y la necesidad elemental de todo ser humano de ser recibido y aceptado
en la gracia paterna. Joya del género epistolar, Carta al padre nos ofrece uno de los más impresionantes recorridos
que un lector puede hacer a la intimidad de otra persona. Los traumas que el
rechazo y el distanciamiento paterno le provocaron a Kafka se descubren como espíritus
de una casa embrujada que el escritor intentó exorcizar con este testimonio
que, por cierto, su padre nunca leyó. En palabras que el mismo Franz Kafka le
escribió a su amiga, la escritora y periodista checa, Milena Jesenská: “Escribir
cartas es tener relaciones con fantasmas, y no quiero decir sólo con el
fantasma del destinatario, sino también con el fantasma de uno mismo".
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