miércoles, 5 de febrero de 2014

0 Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco (1981)

El escritor mexicano José Emilio Pacheco solía expresar su preocupación y su tristeza por el poco aprecio que, a su parecer, las personas muestran por la literatura. Bien conocido por su sobriedad y pesimismo, incluso llegó a declarar, tras depositar una “cápsula del tiempo” en el Instituto Cervantes en 2010, que no creía que su obra fuera recordada dentro de cien años.  Vaya pesimismo para ser autor de la que sin duda es una de las novelas mexicanas más conocidas y apreciadas entre los lectores de ese país: Las batallas en el desierto. Llevada al teatro, al cine, e incluso vuelta canción por una conocida banda de rock alternativo, ésta no es solo una de las novelas mexicanas más representativas de la segunda mitad del siglo pasado, sino que probablemente sea la más leída entre las últimas dos o tres generaciones de lectores de ese país. Si Pedro Paramo es la novela distintiva del México de la primera parte del siglo XX, el México rural y fantasmagórico, Las batallas en el desierto es la novela que retrata el paso a la modernidad, la vida de la ciudad, los cambios culturales, migratorios y políticos, un nuevo lenguaje y nuevas costumbres.

Carlos, protagonista y narrador de su propia historia, se transporta a los años de su intrincada infancia en la Ciudad de México a finales de la década de 1940 para hacer un recuento de los sucesos, lugares y personas que marcaron su niñez, y ciertamente, su vida entera. Esta es la historia pues, de un pequeño como cualquier otro, el hijo menor de una conservadora familia de clase media de la capital mexicana a mediados del siglo XX, época de posguerra, de retos y transformaciones, y para algunos, de oportunidades de progreso. Carlos recuerda las aventuras en la escuela, las riñas, los juegos, los primeros amigos, las calles donde creció, el entretenimiento y las costumbres de la época, la complicada convivencia familiar, los aprietos económicos, y las pretensiones y aspiraciones de una nueva clase que ya quería dejar atrás los años difíciles y treparse al tren de la modernidad y el desarrollo. La vida de Carlos transcurre en la simpleza de las diversiones y obligaciones de un niño de su condición social, hasta que conoce a Mariana, la joven y bella madre de su mejor amigo, de quien se enamora perdidamente. Este enamoramiento, aunque inocente e inofensivo, provoca en la vida de Carlos consecuencias más graves que las que uno imaginaría, y deja una huella imborrable en su vida.

Esta es, en buena medida, una historia de amor imposible. Si bien para Carlos, su encuentro con Mariana significa el descubrimiento del deseo y la sensualidad, su historia es la de un amor pueril, tierno, un amor “platónico”, aunque no por ello menos real y doloroso para el pequeño protagonista, quien experimenta por primera vez la mezcla de miel y hiel que traen consigo los asuntos sentimentales. Carlos es un personaje peculiar: aun siendo un niño, tiene la suficiente conciencia y comprensión para entender que su amor por Mariana es agua que va escurrirse entre los dedos. De hecho, a pesar de ser el más joven de los personajes de la novela, pareciera también ser el más sensato y razonable. Hay que entender que el protagonista de la novela es Carlos, el niño de quizá menos de diez años de edad, pero la historia es narrada por un Carlos ya adulto, maduro, quien está haciendo un recuento de los sucesos que vivió cincuenta años antes. Esta mezcla de inocencia y adultez convierte a Carlos en un personaje con el que resulta muy fácil identificarse.

José Emilio Pacheco murió el pasado 26 de enero de 2014, a los 75 años de edad, dejando un basto legado a los amantes de la literatura, que va mucho más allá de Las batallas en el desierto, aunque ciertamente es esta la novela por la cual es y será más recordado, especialmente entre los lectores mexicanos. Publicada en 1981, Las batallas en el desierto es una novela sin edad. Los lectores maduros siempre podrán acudir a este retrato de la época maravillosa que prometía un futuro mejor, moderno y multicultural, mientras que para los jóvenes queda este testimonio de un tiempo en el que la violencia no era la noticia del día, y las palabras y los objetos que ahora son cotidianos apenas llegaban al país. Adiós y gracias a José Emilio, como le gustaba ser llamado, porque Las batallas en el desierto nunca se acabarán.


miércoles, 29 de enero de 2014

0 "Lolita" de Vladimir Nabokov (1955)


El término "Lolita" ha trascendido a la cultura universal para referirse a una mujer con características y rasgos infantiles que tiene un gran atractivo sexual. Una "Lolita", por lo tanto, es aquélla que "allí está, sin que nadie, ni siquiera ella, sea consciente de su fantástico poder". Esta novela de Vladimir Nabokov es el punto de origen de este término. Publicada en 1955, "Lolita" causó gran controversia por aludir a temas como el incesto y la pedofilia e inclusive fue catalogada como pornográfica por su contenido erótico.

Este trabajo, considerado el más sobresaliente de la carrera de Nabokov, narra la historia de Humbert Humbert, un hombre europeo quien tras divorciarse, emigra a los Estados Unidos con el propósito de iniciar una nueva vida. En este país,  se convierte en el inquilino de Charlotte, una voluptuosa viuda que pronto se enamora de Humbert, sin sospechar, que el interés de él se encuentra depositado en su hija de doce años, Lolita.

Narrada a manera de confesión, Humbert explica detalladamente su fijación por las nínfulas, a quienes define como "muchachas, entre los nueve y los catorce años de edad, que revelan su verdadera naturaleza, que no es la humana, sino la de las ninfas (es decir, demoníaca), a ciertos fascinados peregrinos, los cuales muy a menudo, son mucho mayores que ellas". Desde su juventud, Humbert descubrió que experimentaba un placer mayor con el sólo hecho de observar a una nínfula que con relacionarse con una mujer de su edad.

Su encuentro con Lolita, enloquece a Humbert a tal punto de casarse con su madre, con tal de asegurar la cercanía entre ellos. Tras un accidente sufrido por la madre y ya como su padrastro, Humbert y Lolita emprenden un viaje por carretera a través de todo el país, involucrándose en una relación incestuosa que culminará con gran violencia.

Además de mostrar con gran crudeza la mente de un hombre obsesionado con una niña, Nabokov también presenta una dura crítica a la sociedad norteamericana y la vida suburbana. El morbo y la doble moral de una sociedad que parece moverse sólo por el dinero y la costumbre. El retrato que ofrece el autor de la mente de este hombre es tan detallado que el lector experimenta distintas emociones a lo largo de la novela, desde asombro hasta repulsión, así como por Lolita, quien pronto se descubre como una adolescente cuya inocencia se perdió mucho antes de toparse con Humbert.

Utilizando la ironía y el sarcasmo, el viaje emprendido por los dos protagonistas está lleno de suspenso, angustia y peligro. Un hombre maduro y una niña de doce años viajando de motel en motel por los Estados Unidos es una combinación peligrosa, sobre todo para él, que eventualmente se da cuenta que su atracción por "Lolita" va mucho más allá de su aspecto de nínfula, se convierte en un amor tan intenso, por el que está dispuesto a dar la vida y la libertad.  Una novela emocionante e intensa que nos obliga a cuestionar nuestras ideas acerca de las relaciones humanas porque no me viene a la mente otro texto en el cual un hombre describa a una mujer con tanta vehemencia y amor como Humbert a Lolita.   

miércoles, 22 de enero de 2014

0 Esperando a Godot, de Samuel Beckett (1952)


A veces es difícil definir con precisión los elementos que vuelven célebre a una obra literaria, los atributos que la convierten en un clásico, lo que lleva a una novela, un poema o una obra de teatro a convertirse en “imprescindible”. Lo que es indudable, es que una obra no necesita ser complicada o intrincada para provocar a los lectores, trastocar sus sentimientos, o incluso transformar sus ideas. A veces las historias más sencillas son solo la puerta de entrada a complejas, apasionantes y extraordinarias obras que cambian la vida de quienes se acercan a ella. Sin duda alguna, el mejor ejemplo de ello es la breve obra teatral del escritor irlandés Samuel Beckett, Esperando a Godot, cuya historia, en apariencia simple y llana, tiene ya más de 60 años causando sorpresa, perplejidad y perturbación entre sus lectores y espectadores.

La trama es tan elemental, que ni siquiera resulta necesario resumirla. La obra es protagonizada por Vladimir y Estragon (aunque entre ellos se llaman “Didi” y “Gogo”), quienes se encuentran en un yermo paraje, esperando interminablemente la llegada de alguien llamado “Godot”. Hasta allí la célebre trama. Por supuesto, durante su espera, Vladimir y Estragon buscarán diferentes maneras de “pasar el rato”, aunque con la resignada actitud de quien sabe que no por eso será más rápido o agradable, también discutirán, buscarán pequeñas alegrías, divagarán sobre su triste situación y su poco prometedor futuro, y se encontrarán con otros personajes no menos peculiares que ellos.

Publicada en 1952 y estrenada al año siguiente, la espera sin fin de Vladimir y Estragon resultó desconcertante y apabullante para lectores y espectadores. Incluso en algunos países tuvieron que pasar años para que la obra se estrenara, debido a que no había compañías teatrales lo suficientemente arriesgadas para atreverse a montar en escena una obra tan poco convencional para la época.  Desde entonces, los testigos de la espera de Vladimir y Estragon se han dividido entre quienes encuentran la falta de acciones y sucesos como una charlatanería por parte de Beckett y quienes la califican como una obra maestra que simboliza insuperablemente el tedio, la carencia de significado de la vida y la sensación de abandono y extravío que prevalecía en la postguerra.

Desde su estreno en 1952, críticos, académicos y espectadores en general han generado incontables análisis e interpretaciones de los símbolos y significados encerrados en Esperando a Godot. Esta es una de esas breves obras sobre las cuales se han escrito una cantidad incalculable de páginas. Como un buen tratado filosófico, la obra plantea muchas más preguntas que respuestas. Ha sido este carácter enigmático y ambiguo lo que la ha mantenido vigente incluso a décadas de su estreno, mientras que por su parte, la naturaleza confusa y en ocasiones contradictoria de sus protagonistas los ha convertido en personajes legendarios de la historia del teatro.

Pieza clave del llamado “teatro del absurdo” (término que recientemente se ha debatido) y de la literatura existencialista, Esperando a Godot es una obra de lectura obligada para todo buen lector, aunque puede resultar un poco difícil de digerir para los más principiantes o para quienes prefieren las obras ligeras. Vladimir y Estragon, como Caín y Abel, son representantes de todo el género humano. Su espera sin fin simboliza la espera de todos, la espera de algo que nos saque de nuestro aburrimiento, que nos libre de nuestra soledad, que reafirme nuestra condición de seres humanos, o que le confiera sentido a nuestra existencia. Nuestra espera de Godot, porque a fin de cuentas, todos estamos esperando a Godot.

miércoles, 15 de enero de 2014

0 "Invisible" de Paul Auster (2009)


Cuando nos topamos con una novela de corte policíaco, el suspenso y la intriga son dos de los elementos que más interés nos despiertan. La incertidumbre y la confusión producida por los giros inesperados de una trama impide a los lectores soltar un libro. "Invisible" es precisamente una novela que se lee con avidez porque durante toda la trama se produce esta ansiedad por saber cuál será el desenlace. El protagonista es una persona aparentemente simple, Adam Walker, un estudiante de literatura de la Universidad de Columbia, sin muchas ambiciones y totalmente ignorante del efecto que causa en las personas.

En una fiesta -como tantas a las que asisten los estudiantes- conoce a Rudolf Born, un profesor francés invitado y a Margot, su acompañante. El encuentro con esta pareja marca el inicio de una extraña relación basada en un juego de seducción que Walker no logra entender por completo pero que desata una serie de acontecimientos que lo perseguirán hasta el final de sus días. Todo comienza con la propuesta de Born de dirigir una revista literaria, algo que le genera gran desconfianza a Adam; sin embargo, es incapaz de negarse y empieza a involucrarse con la misteriosa pareja.

Estructurada en cuatro partes, "Invisible" narra la vida de Adam Walker durante distintas épocas, iniciando en 1967, un año crucial en su vida cuando un incidente con Born lo obliga a viajar temporalmente a París. A través de tres distintos narradores, conocemos el rumbo que toma la vida de Adam Walker y los fantasmas que lo atormentaron hasta el día de su muerte. La primera parte, narrada por el protagonista, se centra en sus años en Columbia como estudiante y en el encuentro con Born. Las segunda y tercera partes están narradas por un amigo de Walker que, convertido en un renombrado escritor, revisa las memorias de Walker, algunas sumamente perturbadoras. Finalmente, la última parte es narrada por la hija de la prometida de Born, que en su juventud se enamoró perdidamente de Walker.

Durante toda la trama, Auster utiliza el suspenso, la intriga y el erotismo para envolver al lector en la historia. La culpa, la búsqueda de la redención y la ambición por el poder están constantemente inmersos en la vida de los personajes. El autor revela a cuentagotas la trama y obliga al lector a reunir por sí mismo las piezas que le permitan entender lo que está sucediendo y a inferir las intenciones de los personajes, salvo en el caso del protagonista, que claramente está inspirado en el propio Auster, poco sabemos de todos los demás.

"Invisible" es una novela en donde Auster juega magistralmente con el lector y lo coloca en medio de una historia excitante, vertiginosa y llena de elementos sorpresa que simplemente nos deja absortos en la lectura. Muy recomendable para quienes disfrutan de este género.

miércoles, 8 de enero de 2014

0 La gaviota, Juan García Ponce (1972)

Son muy pocos los temas que podrían causarle al lector -o en cualquier caso, al ser humano-, más conmoción, añoranza y ternura, que el del primer amor. Pocas cuestiones son tan claramente universales y definitivamente inolvidables como el experimentar por primera vez la impaciencia, y la inquietud que provoca el enamoramiento. Ciertamente, el tema no se limita a una simple asunto sentimental: enamorarse por primera vez no solo marca, evidentemente, la entrada al agitado y engorroso mundo del romance, de las relaciones de pareja y de la doma de nuestras emociones y sentimientos, también es señal inconfundible de que la madurez está en marcha, y por tanto de que se acerca el fin de la infancia y la consecuente pérdida de la inocencia, y por supuesto, es también el signo que precede al no menos complejo descubrimiento y despertar de la sexualidad. En la novela breve, La gaviota, el escritor mexicano Juan García Ponce, retoma estos complicados asuntos, y nos ofrece una obra ágil, enternecedora y emocionante, totalmente alejada de los clichés, la caricaturización y la cursilería en la que suelen caer los melodramas de romance juvenil que tan en boga han estado en los años recientes.

Los primeros elementos que destacan en La gaviota son la simpleza y la universalidad. La ausencia de fechas exactas, nombres de los lugares, y datos precisos de los personajes, nos habla de una historia imperecedera que podría estar sucediendo en cualquier lugar. Ubicada en un momento indeterminado, que podría ser 1970 lo mismo que podría ser el año actual, esta es la historia del primer amor de Luis, un típico adolescente mexicano de clase media, de edad incierta pero evidentemente en plena pubertad, ese momento en el no se han abandonado por completo los comportamientos infantiles, pero estos se mezclan con la vanidad, la presunción y la exasperación, es decir, con los primeros rasgos de la madurez. Luis y sus padres se encuentran pasando las vacaciones de verano en una cabaña sobre la playa, en el que podría ser cualquiera de los pequeños poblados que se encuentran en las costas mexicanas, un lugar cálido, tranquilo y simple. Pero estas vacaciones serán diferentes e inolvidables para nuestro protagonista: sus padres han invitado a una pareja de origen extranjero y su joven hija a pasar las vacaciones de verano con ellos; así, Luis conoce a Katina, una bella y exótica adolescente alemana que rápidamente le robará el aliento y la tranquilidad, y lo llevará a experimentar sentimientos y sensaciones desconocidas hasta ese momento.

A simple vista, puede parecer típico e incluso predecible, que dos adolescentes en pleno despertar sexual terminen embrollándose de alguna manera tras varias semanas de convivencia diaria en un escenario paradisiaco, con poca ropa y poca supervisión adulta. No obstante, La gaviota es una historia que escapa de las predicciones y de las obviedades de la mayoría de las historias de “amor adolescente”. Su estilo ágil, ligero, los simbolismos utilizados (como la relación entre la luz y Katina), e incluso algunos momentos sorpresivos de erotismo, dan como resultado una obra emocionante que se lee sin descanso.

A diferencia de lo que comúnmente se espera de una obra para adolescentes, La gaviota no es una historia “romántica”, con embelesadas declaraciones de amor y escenas de heroísmo y conquista de la amada. Juan García Ponce nos ofrece una historia mucho más simple, y en cierto sentido, mucho más “real” y verosímil, sobre la confusión, el temor y el desenfreno que genera el primer amor. Conforme avanza el relato, el lector acompaña a Luis en una serie de experiencias totalmente nuevas para él, como la ansiedad que le provoca perder de vista a Katina, los celos de verla divertirse con otros chicos, los momentos en los que ante la mirada de los adultos tiene que fingir indiferencia o incluso cierto desprecio hacia ella, pero también el placer de los breves e inesperados roces y acercamientos de los cuerpos y la idílica sensación de que en todo el mundo ya no existe nada más que ella.

El romance de Katina y Luis se publicó por primera vez en 1972 en el libro Encuentros (que incluía otros dos relatos breves: “El gato” y “La plaza”), sin embargo, La gaviota es una obra que ha tomado su propio camino y reclamado su propio lugar en la literatura mexicana. A principios del siglo XXI, tras la muerte del autor, el relato fue rescatado y publicado ya en solitario, de modo que quedara claro su carácter de novela breve. Además, la obra ha sido incluida en diferentes antologías y colecciones, fue seleccionada por la Secretaría de Educación Publica del gobierno mexicano para formar parte de la serie “18 para los 18” (una colección de novelas breves de autores mexicanos, dirigidas especialmente a los jóvenes), y fue seleccionada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para formar parte de la colección de sus “Salas de lectura” (pequeños espacios de lectura instalados en diferentes puntos del país donde se fomenta el acercamiento de la sociedad con los libros).

Si bien comúnmente se recomienda la lectura de esta breve obra entre los adolescentes, es un error pensar que solo ellos podrán disfrutarla. Si bien puede ser cierto que los lectores más jóvenes se sientan inmediatamente identificados con alguno de los protagonistas, con La gaviota los lectores no tan jóvenes pueden volver a gozar y sufrir la maravillosa experiencia de enamorarse por primera vez.

miércoles, 1 de enero de 2014

0 "Al sur de la frontera, al oeste del sol" de Haruki Murakami (1992)


Entrar en la mente de una persona y conocer sus más íntimos secretos y ambiciones es uno de los grandes privilegios que nos da la literatura. Acercarnos a los pensamientos y temores de un personaje nos permite entender el por qué de su comportamiento y las pugnas que se presentan al interior de alguien que experimenta un conflicto interno. "Al sur de la frontera, al oeste del sol" es una novela que permite precisamente esto, involucrarnos a tal punto en la mente del protagonista, que su angustia y frustración ante la vida que le tocó (o que eligió) la experimentamos como si fuera propia.

En esta novela, Murakami nos cuenta la historia de Hajime, un joven japonés que desde su infancia se sintió fuertemente incomprendido. Como hijo único, Hajime encontraba poca afinidad en sus compañeros y pasaba gran parte del tiempo solo, hasta que llega a su escuela una nueva compañera con la que entabla amistad. Shimamoto, una niña coja pero con una fuerte personalidad, se convierte en su única amiga, con ella comparte su afición por la lectura y la música y pasa "muchos de los momentos más felices de su vida". Con el transcurso de los años, las vidas de Hajime y Shimamoto toman rumbos distintos; sin embargo, para ambos el vínculo que los une se vuelve indisoluble.

Convertido ya un adulto, la vida de Hajime no es nada fuera de lo ordinario. Casado y con dos hijas, su principal ocupación es la administración de dos bares de jazz en una exclusiva zona de Tokio. A pesar de que su matrimonio y la relación con sus hijas va bien y de que sus negocios han resultado ser muy exitosos, Hajime siente un gran vacío en su vida. Una noche, entra en su bar una elegante y misteriosa mujer que resulta ser Shimamoto, su amiga de la infancia. A partir de ese momento, la vida de Hajime es trastocada por el reencuentro con Shimamoto y siente el impulso de dejarlo todo por estar con ella.

Gran parte de la novela está centrada en el conflicto interno que experimenta Hajime tras su reencuentro con Shimamoto, la narración de Murakami no sólo atrapa la atención del lector, sino que lo involucra en la mente del protagonista, conocemos de primera mano la turbación que se genera por la llegada de un amor que creía perdido. El lenguaje y la descripción que hace el autor de los sentimientos que experimenta el protagonista por una mujer de la que no sabe más de lo puede ver provoca en el lector un gran suspenso y ansiedad por conocer el desenlace. 

La manera en la que va tejiéndose la trama en torno a un elemento en particular, en este caso, de la música, le da a la narración mucha ligereza y cadencia, es un texto que puede leerse fácilmente en algunas horas. Contrario a muchas otras novelas en donde el argumento se centra en la imposibilidad de que dos personas puedan estar juntas, Murakami lo lleva más al plano individual, donde cobra importancia el elemento del hijo unigénito. Las transiciones físicas y emocionales que experimenta el protagonista a lo largo de su vida están siempre vinculadas a su búsqueda de ese otro individuo que comprenda su naturaleza, su tendencia a la soledad y su egoísmo.

En general, es una novela fácil de leer, pero no por ello superficial, al contrario, Murakami logra transmitir sin problema la complejidad inherente a los seres humanos, el valor agregado diría que está en la intimidad que logra el autor con el lector, algo no muy frecuente en estos días.  
  
   

miércoles, 25 de diciembre de 2013

0 Frankenstein o El moderno Prometeo, Mary Shelley (1818)

No son pocas las obras clásicas de la Literatura –y sucede también en otras Artes- que corren una suerte paradójica: son tan populares que sus personajes y sus historias se encuentran instalados definitivamente en el imaginario colectivo, pero al mismo tiempo sus detalles y puntos medulares son ignorados por la mayoría. Esta es la suerte contradictoria de Frankenstein o El moderno Prometeo, extraordinaria novela gótica, pieza clave del género de terror y precursora de la ciencia ficción, cuyo personaje principal ocupa, sin duda alguna, uno de los puestos principales de la mitología contemporánea. La trama es bien conocida, al menos a grandes rasgos, aunque hay que decir que quizá no gracias particularmente a la novela, sino a las diferentes versiones libres que se han desarrollado en múltiples medios, las cuales han propagado y establecido ideas sobre la historia y particularmente sobre sus protagonistas, que no siempre coinciden con la publicación original, escrita en 1818 por la escritora londinense Mary Shelley. La fábula de Frankestein ocupa pues un lugar destacado en el imaginario colectivo y en la mitología de terror, sin embargo, la asombrosa novela en la que su historia fue contada por primera vez, sigue siendo una gran desconocida para los lectores del siglo XXI.

Este es un perturbador relato sobre la posible perversión del progreso científico y tecnológico, la relación entre la ciencia y la moral, la búsqueda de poderes divinos, especialmente el de otorgarle vida a lo inerte, y la responsabilidad que ello implicaría. Es también un ensayo sobre la orfandad, la venganza, la naturaleza dual del ser humano y la desesperada búsqueda de un creador que nos reconozca, nos acompañe y nos rescate de la soledad.

Es la historia de Víctor Frankenstein, un joven y talentoso científico, primogénito de una buena casa, querido y respetado por su familia y amigos. Ávido de incrementar su dominio de las ciencias, Víctor emigra de Suiza, su país natal, a Inglaterra, para continuar sus estudios universitarios en ciencias naturales. Ensimismado y obsesionado con los increíbles avances y descubrimientos científicos que ha realizado, poco a poco, Víctor comienza a aislarse y a perder cada vez más el contacto con la sociedad. Su último descubrimiento, la capacidad de transferirle a la materia inerte la chispa de la vida, lo lleva a emprender un proyecto que trasciende por mucho los límites de la ciencia hasta ese momento conocida: construir una criatura en un laboratorio clandestino y otorgarle el don de la vida. Víctor Frankenstein es el único científico capaz de realizar semejante hazaña, sin embargo, su dominio de la ciencia no lo ha preparado para entender las implicaciones de su arrojado experimento y enfrentar sus terribles consecuencias. Esa será una nueva lección que tendrá que aprender con sufrimiento, dolor y desesperación, lección que le será impartida precisamente por la criatura a la que le ha dado vida.

Como las grandes obras, Frankenstein o El moderno Prometeo no ha estado exenta de la polémica, la discusión y la reinterpretación. La novela es constantemente estudiada y analizada por lectores y académicos de todo el mundo, e incluso se le dedican cátedras y cursos enteros en algunas universidades. Pero sin duda, una de sus claves más importantes, sino es que la principal, se encuentra en el mismo título de la novela. En éste, Mary Shelley nos advierte que estamos ante un recuento del antiguo mito de Prometeo, el titán que en la mitología griega crea a los hombres y les regala el fuego, por lo que después es castigado por los dioses. A diferencia de Prometeo, Víctor Frankenstein es castigado por su propia creación.

Cine, teatro, televisión, historietas e incluso operas-rock, son solo algunos de los medios en los que el relato ha sido recreado constantemente, destacando la famosa película en blanco y negro de 1931, del director James Whale, que estableció definitivamente la imagen física de la criatura que protagoniza la novela: alto, espalda ancha, piel pálida, labios gruesos y rasgos toscos, de lento andar y con una sobria vestimenta negra; ciertamente la imagen que a todo el mundo le viene a la mente al escuchar este nombre.

En su novela Frankenstein o El moderno Prometeo, Mary Shelley planteó importantes preguntas que después de poco más de siglo y medio continúan siendo totalmente relevantes: ¿Cuál era la responsabilidad del creador ante su creación?, ¿quién es el verdadero monstruo de la historia?, ¿qué significa ser humano?, ¿era la criatura construida por Víctor Frankenstein un ser humano? Estas cuestiones son absolutamente vigentes y es preciso que la humanidad siga reflexionando al respecto, dados los sorprendentes descubrimientos científicos y los increíbles avances tecnológicos alcanzados en los últimos años, como la clonación, la ingeniería genética y el desarrollo de biotecnología.

 

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