La Literatura y la Música han tenido desde
siempre una estrecha relación de simbiosis y mutua influencia. ¿A quién no le
encanta descubrir una canción basada en su libro favorito o una novela
inspirada en la música? Muchos autores han experimentado con la fusión de estas
dos artes, muchas veces con resultados sorprendentes. Es el caso del escritor
cubano Alejo Carpentier, cuya obra se vio influida por otras “artes paralelas”
a la literatura, como la arquitectura y la música; quizá especialmente por esta
última, como lo demuestra su obra Concierto
Barroco, una novela breve, inspirada libremente en un hecho real: la
composición y estreno en 1773 de una ópera del compositor italiano de música
barroca, Antonio Vivaldi, sobre la conquista de los aztecas por los invasores españoles.
Carpentier nos cuenta la historia del viaje que
emprende Montezuma, un indiano bien acomodado de principios del siglo XVIII,
amo de una lujosa mansión de Coyoacán, que entre sus amistades cuenta a
notarios, jueces, párrocos y otras figuras distinguidas. Montezuma es pues, un
ilustre criollo que deja su casa en México para partir hacia Europa. En el
camino, una tempestad obliga a su embarcación a hacer una escala en Cuba, donde
se ve obligado a encontrar un nuevo mayordomo. Es así como pone los ojos en
Filomeno, un negro libre, de noble personalidad y afición por la música.
Montezuma y Filomeno parten juntos hacia Europa, y tras una breve estancia en
España deciden trasladarse a Italia, para disfrutar del carnaval de Venecia.
Durante una de las mascaradas del carnaval veneciano, Montezuma y Filomeno inician
una relación de juerga ni más ni a menos que con varias de las figuras más
importantes de la música del siglo XVIII, como Georg Friedrich Händel, Domenico
Scarlatti, y el mismísimo Antonio Vivaldi, quien tras conocer al criollo
Montezuma, decide escribir una opera sobre la caída de los aztecas y la
conquista española del nuevo continente.
Es evidente la influencia del lenguaje musical
en esta novela. Alejo Carpentier era descendiente de una familia en la que la
música ocupaba una enorme importancia: su madre y su abuela materna fueron
pianistas, y su padre tocaba el violonchelo. El mismo autor aprendió a tocar el
piano a los once años de edad con cierta destreza, aunque él se consideraba a
sí mismo un simple interprete. No conforme con su dominio del piano, Carpentier
estudió teoría musical, primero en Francia y posteriormente en Cuba, obteniendo
un profundo conocimiento sobre la música que posteriormente se reflejaría en
sus obras. Sin embargo, en Concierto
Barroco, la música no es tan solo uno de los temas principales, sino que se
convierte también en herramienta literaria, contribuyendo a establecer la
estructura y la atmosfera de la novela.
Si bien Concierto
Barroco es en buena medida resultado de la mezcla de historia y música,
también es importante resaltar la intensa reflexión que realiza Carpentier sobre
la identidad latinoamericana. El tema en el fondo del escenario de Concierto Barroco es el encuentro de dos
continentes, así como el mestizaje que resultó del choque entre ambas culturas.
Al igual que Montezuma, el indiano que protagoniza la historia de Concierto Barroco, Carpentier era
descendiente de europeos pero criado en Latinoamérica y enamorado de su tierra
y su cultura.
Fuertemente marcado por su mestizaje cultural,
Carpentier decide explorar en esta novela los mitos fundacionales que se
desprenden del “descubrimiento” y de la conquista del nuevo continente. Para el
autor, la historia latinoamericana se revela desde sus inicios como una crónica
de lo maravilloso: sucesos reales que podrían parecer ficticios a los ojos de
un extraño, que en este caso serán los ojos de Antonio Vivaldi, autor de la
infame opera sobre la conquista del nuevo continente. La reflexión que nos
comparte Carpentier es que América fue barroca desde sus inicios, en el sentido
de que desde su comienzo, la historia latinoamericana se ha desplegado como un
mosaico de hechos maravillosos ininterrumpidos, pero difícilmente comprendidos
por quienes son extraños en esta realidad. “¡En América todo es fabula!” le
dice Vivaldi a Montezuma, para justificar su extraña interpretación de la
historia latinoamericana. Y tenía mucha razón Vivaldi, todo es fabula aquí, lo
era en el siglo XVI y lo sigue siendo en el XXI.
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