La
adolescencia es una de las etapas más complicadas en la vida del ser humano.
Para algunos es un momento de incertidumbre, de confusión y de caos. Para
otros, es el descubrimiento de sueños, anhelos y ambiciones. “El guardián entre
el centeno” es una obra centrada en Holden Caulfield, un joven de 17 años,
recién expulsado del colegio, que pasa solo un fin de semana en la ciudad de
Nueva York. A través del relato de esta breve estancia vemos como Holden se
enfrenta a la incomodidad que le genera ser él mismo, a sus conflictos internos
y a la transición hacia la vida adulta.
Esta
novela de J.D. Salinger está considerada como una de las obras más importantes
de la literatura norteamericana, tanto por la habilidad del autor para
caracterizar a un personaje tan complejo como Caulfield, como por el halo de
misterio que rodea a su autor y la controversia que generó la obra por la inclusión de temas tabú [en ese momento] como la
prostitución, el alcoholismo y la drogadicción.
Fuera
de la controversia y el morbo que acompaña a “El guardián entre el centeno”, la
novela en sí misma es un texto atractivo por dos razones principales. La
primera es que J.D. Salinger logra que el protagonista sea un personaje con
quien es muy fácil identificarse. Holden puede ser, al mismo tiempo, cruel y
entrañable, infantil o paternal, es decir, es un personaje que representa lo
mejor y lo peor de la naturaleza humana. La segunda razón es que “El guardián
entre el centeno” da lugar a que cada lector haga su propia interpretación de
la obra, dándole un significado muy personal al simbolismo presente en la
novela.
“El
guardián entre el centeno” es un libro que invariablemente evocará recuerdos de
nuestro propio paso por la adolescencia y de nuestra propia lucha interna pero
sobre todo, es un libro que evidencia la complejidad de los trastornos
emocionales, que todos, en menor o mayor medida, experimentamos alguna vez.
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